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FOTOGRAFÍA Y VIOLENCIA

"la fotografía es un instrumento adecuado para combatir la violencia y encarar a la muerte."


Abordar la violencia no es fácil. Hay mucho que decir de ella desde diferentes ámbitos: el familiar, el social, el escolar, etc.. Pero, de entre toda la gama de posibilidades, un aspecto interesante es la noción del “yo”. La violencia no es violencia sin la presencia de un sujeto, tan es así que existe como verbo: “violentar”. Por otra parte, independiente de las discusiones sujeto-objeto en el arte, el sujeto juega un papel muy importante como espectador o como artista.


Con lo anterior quiero hacer notar que el precio que debemos pagar cara a la violencia es muy alto porque implica deshumanización. En lo violento hay una evidente disolución del ser . Es muy notoria la imposición de la voluntad de una persona para someter a otra si de violencia hablamos. En ese sentido se podría objetar que no hay una disolución del ser sino que, por el contrario, estamos ante la imposición de una de las partes, del ser que logra someter a otro. Por ello es pertinente preguntarse qué sucede con el sometido, dónde queda el ser de las minorías. Parece que se obliga a las minorías a difuminarse entre la multitud.

En México el problema es bastante complicado dado que las “minorías” hoy son mayoría; pero sólo en número porque siguen siendo obligados a igualar sus intereses con la “mayoría”. El problema radica en que los que consideramos mayoría, siguen violentando los derechos de aquellos que ven como minoría. Esto trae consecuencias de suma gravedad; cada vez hay más personas que, al ser sometidas, entregan su individualidad y terminan siendo un número más en las estadísticas del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).


México parece estar atrapado en una guerra que va ganando el crimen organizado. En el sexenio pasado, murieron alrededor de 48 mil personas a manos del narcotráfico, y 10.8 periodistas desaparecen o son asesinados cada año, colocando a México como el país más peligroso para ejercer el periodismo, incluso por encima de Iraq.


Hay que distinguir entre la fotografía como mera reproducción y la fotografía de, es decir; simplemente por porcentajes, cualquier persona puede sacar al menos una buena foto en su vida, pero así como muchas madres podrían pensar que sus hijos pequeños pintan igual que Picasso, muchas personas podrían considerarse buenos fotógrafos si, al azar, logran tomar una buena foto. Así como en la pintura hay un sin fin de conocimientos que se deben adquirir para ser un buen pintor, el fotógrafo también necesita ciertos conocimientos los cuales debe aplicar en cuestión de segundos de manera rápida y eficaz para lograr una buena foto no sólo entendida como reproducción, sino para obtener una fotografía de ese instante o momento, en donde hace más que simplemente: “apretar un botón”. El segundo en el que el fotógrafo da click, hace todo un proceso de edición en el cual, al elegir ese encuentre y no otro, toma el riesgo de hacer una mala foto o, darle todo un sentido. Lo explicaré mejor con la siguiente fotografía de un niño en Sudán.


(FOTO DEL PREMIO PULITZER DE 1994).


Kevin Carter fue un fotógrafo nacido en Johannesburgo, Sudáfrica. Esta fotografía dio la vuelta al mundo y generó polémica a nivel internacional. Más allá de las implicaciones éticas que muchos criticaron, me enfocaré en un aspecto muy interesante. Todos sabían que había hambre en Sudán, pero pocos se daban a la tarea de ir y hacer algo. Ésta fotografía hizo ver al todo el mundo cómo es el hambre. Muchos no podían creer que semejante escena existiera. Lo interesante de ésta fotografía es el increíble proceso de edición que Carter hizo al tomarla. La composición de cada uno de los elementos que vemos e incluso que no vemos, es impecable. La profundidad de campo que utiliza le da sentido e importancia al tema central de su fotografía: el hambre. En un segundo plano, la distancia que hay entre el niño y el buitre, dio mucho de que hablar porque el animal al asecho para muchos representó la sociedad capitalista, dejando a Carter como todos aquellos que ven la escena y se mantienen fuera de ella. Al margen de las interpretaciones, lo que quiero hacer notar es que la fotografía no es reproducir la realidad de manera sistemática y sin discurso. El arte de la fotografía se encuentra justamente en captar (no reproducir) la realidad.


La fotografía documental, lejos de simplemente reproducir la forma de vida de una sociedad, presta atención a las personas, sobre todo, a las condiciones bajo las cuales viven. En ese sentido, la fotografía documental se convirtió en una herramienta fundamental que nos brinda una perspectiva antropológica y sociológica. Observa las difíciles condiciones de vida de la “minoría” en crecimiento, es decir, la clase desprotegida. Bajo estas condiciones, la fotografía documental es un medio que expresa la realidad social sin caer en la exageración fotográfica de la nota roja o, en su defecto, en el minimalismo fotográfico.


La fotografía documental en México es de suma importancia dado que congela y hace evidente la violencia que vivimos. Hay varios ejemplos de excelentes fotógrafos mexicanos que, lejos de enfrascarse en la crítica sin sentido ni rumbo fijo que adoptan muchos, nos hacen ver a través de su lente lo que en muchas ocasiones no somos capaces de ver: al otro; a esa persona que está frente a nosotros y no nos detenemos a ver.

Poco a poco, la fotografía atraerá la atención de la opinión pública ante la violencia que arrasa nuestro país, y la adopción de la no violencia como instrumento estratégico para la transformación social, nos obligará a crear vías de acción pacíficas para contrarrestar sus efectos. La fotografía documental puede hacer que queden en nuestra memoria aquellos que hoy no están, porque tienen un nombre y una historia, no solo son una cifra más.


En el arte es necesaria la presencia de un sujeto que haga o perciba arte, de la misma manera, para que haya violencia es necesario un sujeto que contemple o efectúe actos violentos. De ahí se deriva la importancia de no dejar que la violencia arrase con nuestra individualidad; es lamentable que, ya sea por indiferencia o voluntad , dejemos que México se reduzca a un montón de números rojos. La fotografía nos arroja a una realidad olvidada y hace que nos cuestionemos; si no lo consigue sólo será una foto más que terminará por ser únicamente observada por una sociedad en la que estamos acostumbrada a ver, pero no a fijarnos en las imágenes que componen nuestro entorno. El fotógrafo dispara para combatir la violencia. La violencia dispara a matar.


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