El Foro Shakespeare -que aún no nos abre sus puertas- tiene un espacio en el que obras "menores" pueden presentarse; sin embargo, aunque el protagonismo del foro principal siempre se hace presente, las piezas que se estrenan y presentan en los espacios Urgentes no tienen nada qué envidiarles.
En este caso, la obra en cuestión es Adiós Marineros, Adiós monstruos de mar escrita por Gibrán Portela y dirigida por Ricardo Rodríguez; la obra trama dos líneas narrativas que, luego, se unen para darle redondez a la historia completa; la primera de ellas cuenta la historia de un detective privado algo lerdo y malo para las matemáticas que debe de resolver un caso que le pone la femme fatale de nombre José con respecto a su amante, el señor Baldor.
La otra historia trata sobre un capitán que intenta acabar con la amenaza inminente de unos monstruos marinos que acabarán con la ciudad y cuya primera acción fue levantar una niebla terrible que jamás se disipa.
Ambas historias se unen y se narran por medio de una narrativa bastante especial que no deja la acción en la escena sino que te lleva a tener que usar tu imaginación para completar las imágenes que ocurren en el escenario; pues, en algunos momentos, la acción se detiene y el narrador entra para describirte no sólo los actos sino la atmósfera y el ambiente.
Con respecto a los aspectos técnicos en la obra, por una parte la escenografía sigue la tendencia muy en boga de armar espacios funcionales; ocupa objetos que, por sí mismos, no ponen o integran ninguna ambientación sino que actúan como piezas de rompecabezas que se unen para crear, por medio de la imaginación del espectador, la escena completa y los elementos necesarios para la misma; así, unas gradas se convierten en un barco o en las paredes de una cantina de mala muerte.
Me declaro a favor de ese uso en el espacio escenográfico; sin embargo, dicha ambientación no sería nada sin la iluminación que nos permita contemplarla y adecuar nuestros espíritus a la historia que intentan contarnos; y, en esto, es en donde encontré un problema: el acomodo de las luces no me pareció del todo acertado pues los reflectores deslumbraban a las primeras filas del foro y así, destellados, lo único que veíamos en ocasiones, eran las siluetas de las actrices.
Como ya apunté, la obra y su narrativa apelan necesariamente a la interacción real con el público más allá de romper la cuarta pared activamente: impele a la imaginación y lo hace a partir del cine negro salpicándolo de diálogos ágiles y comedia puntual. Y es aquí en donde encontré una deficiencia al momento de transmitir el mensaje: hubo bastantes tropiezos en el diálogo como para recomendar un ensayo más arduo del mismo. Se justifica por el hecho de que era día de estreno y, por supuesto, la carga en las actrices: cada una de ellas interpretaba a dos personajes, con todo lo que ello conlleva.
En cuanto al elenco, me gustó mucho. Me sorprendió la versatilidad de Verónica Bravo al cambiar de ser un marinero algo bobo a un detective que recuerda al Inspector Gadget con los tintes oscuros de House; y, cómo no, se me hizo estupendo el momento agónico después del tiroteo con el señor Baldor. Por otra parte, Verónica Trejo me emocionó con su interpretación del capitán: ¡la energía explotaba en sus venas y el paroxismo se reflejaba en sus brazos, manos y voz! Realmente agradezco esa actuación aunque, quizá, me permitiría decirle que cuide cómo y cuánto nos la ofrece pues podría llegar al extremo de romper la ficción y hacernos evidente que ha fingido todo el tiempo. Por último, pero no menos importante, la actuación de Teté Espinoza -a quien también pueden ver en la renombrada Wenses y Lala- me pareció agradable, aunque eché en falta la capacidad de hacerme llorar que demostró en la representación de Lala; en este caso, el personaje de la madre del detective puede ser material aún más grande para hacernos sentir en carne viva la parte de tragedia en la tragicomedia de su vida. O sea, me entristeció y me llevó a casi llorar en el culmen de su historia... pero no me provocó las lágrimas que debería.
En pocas palabras: recomiendo esta obra de la compañía Dorado 70 y los invito a que se acerquen al Espacio Urgente 2 del Foro Shakespeare los días lunes a las 8:30 de la noche; el costo es de $200 y la pueden ir a ver hasta el día 22 de agosto.