De la obscuridad del universo surge la luz y el Taiko (tambor japonés) marca los pasos de una Miko (doncella, ayudante de un templo shinto) cuya habilidad para el Shodo (el camino a la escritura) llena de arte gráfico el cosmos que presencias a unos pasos donde los dioses y la trascendencia humana se retratan de manera intensa y armónica.
Mai Sho Gaku: Trazos de Fuego (MSG) es un espectáculo donde las artes se entremezclan y desde los primeros segundos secuestra tu atención para no perder ninguno de los detalles con los que tus sentidos serán bombardeados cada segundo.
Irene Akiko Iida, directora y también actriz dentro de MSG, es la primera mexicana que ingresa en la Escuela de Arte "Takarazuka" en Osaka, Japón. En 1981 se integró a la Compañía Teatral "Takarazuka Kagueki" con el nombre artístico de Irene Sachikaze y ha participado en más de 60 espectáculos durante 13 años.
Paralelamente a sus actividades teatrales, bajo la dirección de la Mtra. Rokuharu Hanayagui se especializó en la Danza Kabuki y en 1987 obtuvo el nombre de Irene Hanayagui en la Academia de Danza Tradicional Japonesa Hanayagui. Y así recibe la Licenciatura y Maestría (Shihan) en 1991.
Con una experiencia tan amplia no es de dudarse que sus puestas en escena sean impecables; y, hoy nos presentó esta propuesta donde las fuerzas de dos elementales, uno de agua (Irene Akiko misma) y otro de fuego (Arturo Tames), son convocados a través del Shodo por la MIko o sacerdotisa (Yukari Hirasawa).
La música es la primera parte de todo, es la primera llave que abre el camino al corazón para seguir el ritmo de la obra. Prepara todo para la segunda llave: la bellísima caligrafía japonesa realizada por la Miko con una maestría tal que parece hipnotizante; la tercera llave, que encanta al espíritu, son las danzas Butoh y Kabuki que llenan de fuerza y de magia al escenario y completan las tres partes de las que está formada MSG.
El nombre del montaje de hecho proviene de las palabras Mai: “danza”, Sho: “caligrafía” y Gaku: “música”, con lo que nos deja muy en claro que, en esta ocasión, no será ir al teatro, sentarte en una butaca y ya. La experiencia multidisciplinar que nos regala Irene Akiko llena tus sentidos de una manera tan profunda que no necesitas diálogos para comprender las transmutaciones espirituales por las que pasa la Miko.
Vale aclarar que el Kabuki, para todos los que no sabemos mucho sobre oriente, es un arte que tiene más de cuatro siglos y conjunta baile y canto; es el más popular de los estilos de drama japonés y forma parte de las obras maestras del patrimonio oral e intangible de la humanidad de la UNESCO. Por otro lado, la danza Butoh fue creada en 1950 y es un producto de la posguerra. Conmovidos por los bombardeos atómicos, Kazu Ohno y Tatsumi Hijiata crearon un estilo de movimientos lentos, expresivos e imaginativos que se ha ido adoptando en distintas regiones y derivado en distintos estilos. Por su origen, se acostumbra que toque aspectos fundamentales de la existencia humana.
Por su parte la música corrió a cargo de tres talentos: Nahoko Kobayashi, quien interpreta a Raijin o el dios del rayo de la religión shinto; Alejandro Méndez, el Fujin o dios shintoista del viento y por Yukari Hirasawa en el Koto. Toda la música se compuso de instrumentos tradicionales japoneses que llenaron el teatro de una atmósfera a veces mística, a veces furiosa, pero siempre empapada de la energía única de Japón y que se siente cuidada y llena de pasión.
Sin duda un espectáculo diferente, profundo e imperdible que se presenta del 20 de Septiembre al 12 de Octubre, los martes y miércoles a las 20:00 en el Teatro Benito Juárez, Calzada Manuel Villalongín 15, delegación Cuauhtémoc, CDMX.
Por cierto, ¡habrá una función especial el viernes 14 de Octubre a las 15:00 para que todos puedan disfrutar de esta ventana a oriente!