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El Cascanueces

México D.F. a 18 de diciembre de 2015


Para celebrar la Navidad, se llevarán a cabo una serie de funciones de “El Cascanueces” a cargo del Ensamble de Danza Clásica del Centro Cultural Ollin Yoliztli. El estrenó tuvo lugar el 17 de diciembre en el Teatro de la ciudad Esperanza Iris, y se presentará hasta el día 20 de este mes.


El cascanueces es un cuento de hadas y ballet, representado en dos actos, escrito por el director de los Teatros Imperiales Ivan Vsevolozhsky junto con Marius Petipa; el libreto está basado en la adaptación de Alejandro Dumas (padre) del cuento El cascanueces y El rey de los ratones, de Hoffmann, el cual se estrenó en el año de 1892. La música fue compuesta por Piotr Ilich Tchaikovski convirtiéndose en su tercer ballet. La coreografía original fue creada por el mismo Petipa y Lev Ivanov.


CRÍTICA


Desde el principio se observaron detalles técnicos en las niñas del ballet; los port de bras de Clara se notaban muy cortos, cosa que me sorprendió al ser la protagonista junto con el Cascanueces, quién tampoco lo hizo de maravilla, pero tuvo una decente ejecución a lo largo de la obra.


En cuanto aparecieron el Arlequín y Colombina inmediatamente atrajeron la atención del público; luego, el Sr. Drosselmeyer entrega el Cascanueces a Clara, y al retirarse los invitados de la casa, sus padres y su hermano, ella se queda dormida en un sillón sin imaginarse el mundo fantástico que le espera por conocer. De repente se despierta con curiosidad por jugar con su regalo y mágicamente se altera su alrededor volviéndose su muñeco un soldado mecánico que la defiende del Rey ratón. En la parte de la batalla todo marcha bien con los ratones; sin embargo, cuando salen a escena los soldados, éstos no estaban bien coordinados.


En el pas de deux de Clara y el Cascanueces fueron muy notorios los port de bras deficientes; la mayoría no alargaba los brazos, las muñecas de varias bailarinas truncaban la línea y los dedos se notaban tensos deformando, aún más, la colocación.


Los angelitos salieron a levantar la obra con su carisma y una buena ejecución de la coreografía, seguidos de la Danza del té donde todo mejoró, hasta que al final de la intervención una de las chinitas falló su último giro en attitude doblando demasiado la pierna, lo cual fue inevitablemente muy notorio.


Volvió la obra a ir en declive cuando, en la danza Trepak, los bailarines rusos realizaron unas piruetas con los brazos en preparatoria pero con los codos tan doblados que perdieron la redondez que le da la calidad al movimiento y al giro.


Mamá Bombón y las demás intérpretes de la sección de bombones se lucieron con una bonita energía y buena presencia escénica.


En la Danza de los Mirlitones las bailarinas no cruzaban al máximo la quinta. En la Danza del Café había una indiscutible elegancia y delicadeza, no obstante algunas tenían doblada la pierna de base.


Sin duda, uno de los momentos más emblemáticos es el Vals de las flores, el cual fue de lo más sobresaliente en cuanto a coreografía y calidad interpretativa; pero, lo más ovacionado de la noche, fue el pas de deux del Hada de Azúcar en donde la pareja se hizo notar con por la impecable ejecución e interpretación conmovedora. El hada tenía muy bonita línea de arabesque.


El Cascanueces no estaba totalmente pulido, pues al final ejecutó ligeramente abiertos los chaines y estuvo a punto de perder el balance en la pirueta con terminación a cuarta larga, lo cual honestamente logró disimular muy bien.


Se entiende que es un trabajo de estudiantes, pero el colmo fue cuando dieron las gracias todos con sus port de bras a quintas chuecos y chiquitos. Son errores tan básicos que a estas alturas no se pueden permitir.


Se agradece el interés por incrementar la cultura, en este caso en al área de la danza aprovechando la temporada de fiestas decembrinas; sin embargo, todavía falta mucho por hacer en la educación artística de México en general, y en el público en particular, porque es triste ver que aplauden felices lo que se les presenta sin tener las herramientas para exigir espectáculos de calidad, así sean escolares o profesionales, no hay por qué aceptar la mediocridad. No puede ser que ni siquiera mencionen a Tchaikovsky en el programa de mano.


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